Naziha, era una niña de cuatro o cinco años, que en medio de una tormenta vio un globo verde.

¡Un globo verde, qué maravilla!, dijo ella y salió corriendo tras él. Naziha corrió y corrió, sin poder alcanzarlo. Cuando se dio cuenta, estaba ya lejos de su jaima. Naziha no sabía ni dónde vivía, ni dónde estaba. Una mujer la recogió y la llevó a su jaima. La niña tenía mucha sed, y la mujer le dio agua en un cuenco de metal. En el fondo del cuenco había tierra y hormigas muertas, dormidas o desmalladas. Naziha sintió asco, pero tenía tanta sed que bebió el agua con placer y bebió con el agua, las hormigas.

Sáhara libre

La abuela de Naziha se enteró de su paradero y fue a recogerla, después de llevar horas buscándola por todas partes. Cuando llegó a la jaima de la mujer, sólo había hormigas, muchas hormigas, que rodeaban a una más grande que las demás, cuyo color era verde, brillante como una esmeralda.

La abuela y la mujer miraron y revisaron todos los rincones de la jaima, la cocina y el baño, todo, absolutamente todo. Salieron fuera en busca de las huellas de Naziha, por si hubiera vuelto a salir cuando la mujer la dejó sola para que avisaran a su familia, pero el viento seguía soplando y todo lo que las personas escribían con la caligrafía de sus pies se borraba.

La abuela se sentó al lado de las hormigas y con voz dulce les susurró: «Hormigas, yo no les voy echar gasolina, ni dejaré que las gallinas les picoteen, ni derrumbaré su hogar. Yo les daré azúcar, migas de pan y cus-cus, si me dicen dónde está mi niña».

La tormenta se intensificó y agitó duramente la jaima, las dos mujeres se agarraron al palo para sostenerlo y evitar que les aplastara. La arena se filtraba por todas partes y todo se oscureció. Algún bicho picó a la abuela y la mujer buscó a ciegas la linterna que siempre guardaba al lado de donde apilaba las mantas y fue hasta el baúl grande para sacar el viejo botiquín, cuando levantó la tapa del baúl, allí estaba Naziha acurrucada, medio dormida y abrazada a un globo verde.

Limam Boisha | Naziha Biblioteca Africana – Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes | Julio de 2011