El vecindario de las zonas afectadas han rodeado con velas, el fatídico barranco del poyo, un mes después, aún cuando el lodo sigue estando en sus calles, en sus casas o garajes.

La desesperación aflora cada día más, pues han pasado 30 días y el agotamiento es como el de 30 semanas.

La política sigue siendo deficiente y está inmersa en un continuo cruce de acusaciones, mientras la vida se ha detenido para miles de personas que sobrevivieron el 29 de octubre.

Diversos paquetes de ayudas para los afectados y afectadas, a través de subvenciones y con una gran burocracia por delante, que desespera.

Pero, ¿sabías que hay colectivos para quienes no hay ayudas gubernamentales? Varias ongs, denuncian que para la población migrante, se agrava la situación. Un colectivo que ya anteriormente vivía en precariedad extrema con trabajos sumergidos, en situación administrativa en proceso de regularización, sin hogares estables fuera de sus países y para quienes los trámites administrativos, actualmente han desaparecido.

Los derechos de alguna personas, se ven amenazados, en un momento de cierto abandono político, donde  el pueblo demostró unión y apoyó quitando lodo y ayudando.

La exclusión, en los próximos meses, será más notable y se hará necesario el apoyo de entidades que vienen trabajando acompañando a personas con mayor dificultad.

El problema de la vivienda, ya venia marcando la actualidad en Valencia en los últimos años y ahora, con tanta población que ha perdido sus hogares, se pone de manifiesto la necesidad de políticas que acabe con tanta gente que no puede acceder a un alquiler o a la compra de una casa. Trabajos precarios, hogares por las nubes….

No olvidemos, lo ocurrido y la respuestas obtenidas. No dejemos de trabajar por el prójimo. Mañana puedes necesitar tú de una ayuda o una donación. No juguemos quién necesita una mano amiga y ocupa tu tiempo en miradas positivas.